Modelo temas de La casa de Bernarda Alba, monólogo de la criada.

En esta ocasión, además de un modelo propio, como habitualmente, os comparto el de Elvira Casado, porque está explicado de una manera argumentaba y se ajusta bastante bien a lo que podréis hacer con el tiempo de examen.

El fragmento es el siguiente, para que lo recordéis lo que lo hicisteis en el examen, allá por febrero, cuando gozábamos de libertad pero no la apreciábamos…

CRIADA: Fuera de aquí. ¿Quién os dijo que entrarais? Ya me habéis dejado los pies señalados. (Se van. Limpia.) Suelos barnizados con aceite, alacenas, pedestales, camas de acero, para que traguemos quina las que vivimos en las chozas de tierra con un plato y una cuchara. ¡Ojalá que un día no quedáramos ni uno para contarlo! (Vuelven a sonar las campanas) Sí, sí, ¡vengan clamores! ¡venga caja con filos dorados y toallas de seda para llevarla!; ¡que lo mismo estarás tú que estaré yo! Fastídiate, Antonio María Benavides, tieso con tu traje de paño y tus botas enterizas. ¡Fastídiate! ¡Ya no volverás a levantarme las enaguas detrás de la puerta de tu corral! (Por el fondo, de dos en dos, empiezan a entrar mujeres de luto con pañuelos grandes, faldas y abanicos negros. Entran lentamente hasta llenar la escena) (Rompiendo a gritar)¡Ay Antonio María Benavides, que ya no verás estas paredes, ni comerás el pan de esta casa! Yo fui la que más te quiso de las quet e sirvieron. (Tirándose del cabello) ¿Y he de vivir yo después de verte marchar? ¿Y he de vivir?

(Terminan de entrar las doscientas mujeres y aparece Bernarda y sus cinco hijas).

BERNARDA:(A la Criada) ¡Silencio!

CRIADA:(Llorando) ¡Bernarda!

BERNARDA:Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para recibir al duelo. Vete. No es éste tu lugar. (La Criada se va sollozando) Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran hechos de otras sustancias.

La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca

  1. Tema o temas del fragmento en relación a los temas de la obra.

Modelo I

En este fragmento de La casa de Bernarda Alba podemos apreciar algunos de los temas principales de la obra, como la autoridad frente a las ansias de libertad, la injusticia social, la hipocresía en la que está sumida la sociedad y, de manera secundaria, se pueden mencionar el machismo tradicional unido al amor sensual y el odio.

El tema más evidente es la injusticia social, que se puede apreciar en el trato que Bernarda da a la criada: “menos gritos y más obras”, “no es este tu lugar”. Mientras la criada estaba, aparentemente, llorando la muerte de su señor y esposo de Bernarda, la señora, delante de las mujeres del pueblo que han ido a su casa, trata con muy malas maneras a su criada, despreciando su trabajo, con agresividad e incluso insultos en cuanto ella se va (“Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para recibir el duelo”, “los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran hechos de otras sustancias”). Durante toda la obra se puede ver una jerarquía en las relaciones sociales, una pirámide en cuya cúspide está Bernarda, que desprecia a todos quienes están por debajo de ella (sus hijas, la Poncia, las mujeres, la criada…), pero en cuyo escalón se nota el desprecio al inferior. Este fragmento comienza, precisamente, tras la visita de una mendiga con su hija a rogar las sobras de la comida, y recibe el desdén de la criada, comparándola con otro anima (recordemos, “también están solos los perros y viven”) y, echándolos de allí enfadada por su visita y porque lo han ensuciado todo “Fuera de aquí. ¿Quién os dijo que entrarais? Ya me habéis dejado los pies señalados”).

Igual que hace Bernarda, la criada también había criticado a su señora a sus espaldas, así comienza la obra y en este fragmento se pueden interpretar ese resquicio de maldad contra su señora  en “Suelos barnizados con aceite, alacenas, pedestales, camas de acero, para que traguemos quina las que vivimos en las chozas de tierra, con un plato y una cuchara”, pero el blanco de sus críticas cambia rápidamente, cuando suenan de nuevo las campanas, la crítica se dirige a las riquezas con las que se ha enterrado al difunto, que contrastan con la pobreza de esa choza de tierra “¡Vengan clamores! ¡venga caja con filos dorados y toallas de seda para llevarla!, y hacia el propio difunto, que se ha muerto, como todos “que lo mismo estarás tú que estaré yo. ¡Fastídiate!”, pero en cuanto llegan las mujeres, cambia su actitud y disimula, con lágrimas de cocodrilo, como si todos esos gritos de ira fuesen dedicados a expresar la pena por la muerte. Ambas, la criada y Bernarda, guardan las apariencias, la criada para que no se enteren de lo que realmente piensa, y Bernarda, obsesionada con la limpieza, aparenta que su casa es de bien, pues la limpieza física de la casa simboliza la honra de su familia “más limpio”.

Las quejas de la criada hacia Antonio María Benavides tienen su origen en una actitud machista que el difunto repetía, “ya no volverás a levantarme las enaguas detrás de la puerta del corral”. A lo largo de la obra , se repite esta idea de que los hombres tienen permitido mantener relaciones extramatrimoniales (Pepe será el amante de Adela, la Poncia dará a su hijo mayor dinero para que vaya con una prostituta o se menciona que ante estas situaciones -o peores- los hombres se tapan entre ellos), pero las mujeres son tachadas de indecentes por tener relaciones, ese será justo el tema sobre el que giren los conflictos de la obra, la búsqueda del amor sensual.

Por último, el tema principal de la obra, la autoridad frente al ansia de libertad, en este caso se ve representado por la actitud totalitaria de Bernarda. Ella se convierte en la cabeza de familia ahora que se ha quedado viuda, aunque se insinúa que también lo era antes (a Magdalena le dice que ya no podrá ir con el cuento a su padre, como si fuese una figura débil, o se mencionan los golpes que alguna vez le dio a su marido). Esta es la primera aparición de Bernarda y el autor, aunque ya nos había dibujado una imagen suya a través de las palabras de sus criadas, ha cuidado perfectamente de que sirva para completar la imagen de mujer déspota y cruel que nos habíamos imaginado, lo que proyecta aquí la actitud opresora que mantendrá en toda la obra mediante su lenguaje asertivo (“¡Silencio!”), lleno de violencia (“¡Menos gritos y más obras!”), imperativos (“vete”) y maldad (“no es este tu lugar”, “los perros son como los animales”).

En definitiva, en este fragmento, podemos encontrar los temas fundamentales en torno a los cuales gira el drama, especialmente la moral autoritaria y rígida que englobará todos los pequeños conflictos que se acrecentarán progresivamente a lo largo del drama hasta culminar de la manera más trágica posible.

Modelo II

En este fragmento se puede apreciar claramente alguno tema secundario de la obra, es decir, la marginación de la mujer. Además, y unidos a este, se pueden ver otros temas de la obra, incluso más importantes en este fragmento, como la hipocresía (falsas apariencias), la injusticia social y, en un segundo plano, el odio y la envidia.

La injusticia social es el tema principal del fragmento, esta injusticia social se basa en la jerarquía social que ya viene definida: en la cúspide encontramos a Bernarda; bajo ella, Poncia; después, la Criada y, en lo más bajo, la Mendiga. Por eso en el texto enfatiza la condición de la Criada, Bernarda llega incluso a animalizarla “los pobres son como los animales”. También se aprecia esa jerarquía definida en las palabras de la Criada “Suelos barnizados con aceite, alacenas, pedestales, camas de acero, para que traguemos quina las que vivimos en las chozas de tierra con un plato y una cuchara”. Además, aparece aquí, ligada al odio y la envidia, por esa misma jerarquía social Bernarda es objeto de odio de sus criadas.

El odio y la envidia también está presente en las palabras de la Criada hacia el propio Antonio María Benavides: “Fastídiate, Antonio María Benavides, tieso con tu traje de paño y tus botas enterizas. ¡Fastídiate! ¡Ya no volverás a levantarme las enaguas detrás de la puerta de tu corral!”.

Una vez que las mujeres de luto entran lentamente en escena se produce un cambio en las palabras de la Criada: ¡Ay Antonio María Benavides, que ya no verás estas paredes, ni comerás el pan de esta casa! Yo fui la que más te quiso de las que te sirvieron.”, donde se aprecia claramente la hipocresía y las falsas apariencias. La preocupación por la opinión ajena, el temor a la murmuración, así como el deseo de aparentar son motivos recurrentes en La casa de Bernarda Alba.En este texto se manifiesta en la obsesión por la limpieza de Bernarda: “Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para recibir al duelo”.

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